Hace mas de 5 millones de años aparecieron los primeros hombres prehistóricos en África, y llegarían a la península ibérica hace aproximadamente 1,2 millones de años
EL GRAN REINO IBÉRICO DE TARTESSOS, PROPIAMENTE DICHO, Y LA ATLÁNTIDA: Del siglo XXXV, antes de Jesucristo al año, 500 antes de Jesucristo, del -3500 al -500
Hacia los años 700 y 800 a.C. la cultura tartesia utilizaba su lengua propia, llamémosle tartesio, probablemente indoeuropea, de la familia celta. Ejemplo ilustrativo sería el nombre del célebre rey Argantonio con una raíz, «argant–» documentada en raíces celtas mejor que en ninguna otra lengua, y con todos los elementos perfectamente compatibles con el celtibérico. Pero eso solo son conjeturas. En realidad, sabremos poco.
Dice el historiador Herodoto que los griegos descubrieron a los tartesios al azar: «Por voluntad de los dioses, una tempestad arrastró una nave de Samos que se dirigía a Egipto y la llevó a Tartesos, más allá de las columnas de Hércules. Como aquel mercado estaba todavía intacto, los de la nave obtuvieron fabulosas ganancias… » Mucho fue el interés que debieron tener aquellas tierras si consideramos los beneficios que proporcionaron. Y es que los pueblos del Mediterráneo oriental estuvieron durante muchos siglos interesados en el estaño, el oro, la plata y el cobre que no tenían, tan importantes en su progreso industrial, y lo encontraban en el sur peninsular, tal vez en Tartesos, que fue también el mayor suministrador de materias primas a los fenicios. Al comercio de los metales se añadía el de esparto, pieles y… esclavos. Estrabón considera a los turdetanos, pueblo continuador de los tartesios como «… los más cultos de los íberos y tienen escritura y escritos históricos en prosa y verso y leyes en forma métrica que según se dice datan de 6000 años.»
El territorio de las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz albergó a una de las primeras civilizaciones occidentales, heredera de la cultura megalítica: la tartesia. Recibe el nombre del que le dieron los griegos al principal río que regaba aquellas tierras, el Tartesos, que luego los romanos llamaron Betis y los árabes Guadalquivir. Que el historiador Herodoto no nos miente cuando habla del rey tartesio Argantonio parece evidente. Tampoco lo hace el escritor romano Rufo Festo Avieno cuando describe las costas mediterráneas visitadas por un desconocido marino.
La Biblia habla de Tarsis, seguramente Tartesos, en el libro del poeta Ezequiel redactado en el siglo IV a.C. Y tampoco puede inventarlo el Libro de Jonás, el de la ballena, también bíblico y algo posterior al de Ezequiel cuando dice que «zarpó en una nave para ir a Tarsis». Ni siquiera el poeta griego Anacreonte cuando refiere la riqueza del alejado y mítico enclave.
Pero no hemos encontrado restos que evidencien su presencia. Cabe la posibilidad, y es lo más plausible, de que los tartesios llegaran en barco en alguna invasión de los llamados pueblos del mar y en algún momento anterior al siglo VIII a.C. Otros piensan que pudieron ser indoeuropeos procedentes del Cáucaso.
Más tarde las expediciones comerciales fenicias les proporcionarían los medios, gracias a los recursos minerales, para un desarrollo superior al de otros pueblos peninsulares. A la agricultura, la ganadería y la pesca, añadieron las técnicas para la extracción de metales, oro, plata y estaño, tan apreciados por los fenicios, que a cambio les proporcionaron técnicas para el cultivo de cereales, hortalizas y frutas; joyas, telas y otros productos manufacturados.
Entre Huelva y el valle del Guadalquivir, donde algunos poblados están documentados, debió alzarse la capital, que no ha sido localizada. Hay quien apunta la posibilidad de que la perdida ciudad fuera Turtha o Tarta, cuya raíz sirve para todas las formas de Tartesos, asentamiento que hoy ocupa Sanlúcar de Barrameda en la desembocadura del mítico río. Ciudad y civilización ya existían antes del año 1000 a.C. La llegada de los fenicios y su establecimiento en la actual Cádiz debió intensificar la explotación de las minas de cobre y plata. Tartesos llegó a ser principal proveedor del Mediterráneo. Luego los navegantes fenicios se encargaron de transportar desde las islas Sorlingas, en Bretaña, el suficiente estaño para la producción de bronce.
La lengua de aquel pueblo, tan difícil de identificar, aparece en una serie de textos de compleja datación y con forma de estela, pero en todo caso pertenecientes a un periodo comprendido entre los siglos VII y V a.C. Otros textos posteriores no queda claro que compartieran el mismo tipo de código. Suponemos que las catástrofes anteriormente señaladas contribuyeron a su desaparición como pueblo, y ya de borrar la lengua se encargó el latín.
Si observamos la toponimia, podemos deducir que la península prerrománica estuvo dividida en tres zonas lingüísticas. Una, la mediterránea, se corresponde con el territorio de los íberos. Se deduce por la presencia de la raíz «iltir-», que sirve para dar nombre a tantas ciudades. Para el oeste la raíz es celta, «-briga», contenida en Segóbriga, Segovia y Coímbra. Y en un tercer sector encontramos el elemento «ipo-» o «ippo-», y también «oba», y aparece en el suroeste: Lisboa (Oliss.ippo), Huelva (on-oba), Córdoba (Cord-uba) y otros muchos desaparecidos, entre los que bien podría encontrase la ciudad de Tartesos.
Unas setenta inscripciones nos dejan sospechar que existió, mas ninguna de ellas es suficientemente extensa para permitirnos una valoración. Han aparecido en el Algarbe y el Bajo Alentejo, aunque también en el curso medio del río Guadiana a su paso por Extremadura, y otras, las menos, en el Bajo Guadalquivir. No queda claro, sin embargo, que la escritura corresponda efectivamente a la lengua que sospechamos, ni tampoco si se trata de otra lengua cercana. De los resultados de su estudio se deduce que no puede establecerse ninguna relación con lo conocido. Tampoco existe acuerdo para la fecha de redacción de los textos. El lingüista Gómez Moreno, que estudió la escritura, no pudo llegar a resultados concluyentes. Piensan algunos investigadores que los textos del Algarbe están emparentados con las lenguas orientales; otros, sin embargo, ven una filiación más cercana a las indoeuropea;, y otros, menos partidarios de dar nombre a lo inexacto, prefieren llamarla lengua sudlusitana, al considerar que los textos no aparecen en la zona propiamente tartésica.
Y como no podemos estar seguros de que hablantes de tartesio inventaran una escritura que con tanta dificultad podríamos identificar con una lengua, la llamamos paleo-hispánica. Parece inspirarse tanto en el alfabeto fenicio, esencial para los pueblos antiguos, como el griego. Sus signos son silábicos para la representación de oclusiva más vocal, y alfabéticos para el resto de las consonantes y las vocales. La escasez de datos, las dificultades para identificar mediante la comparación con lenguas cercanas y para separar las palabras impide una interpretación más precisa. Cuando Estrabón habla de los herederos de los tartesios, los turdetanos, dice de ellos que tienen escritura, como los demás íberos, pero ni se parece al íbero, ni al vasco, ni al fenicio.
El hecho es que en el siglo IV a.C. desaparecen los tartesios. Pudo tratarse del agotamiento de las vetas de minerales, y por tanto la ruina económica; o también de la invasión de algún pueblo vecino, tal vez los celtas; o incluso alguna catástrofe natural. Hay quien sugiere que pudieron ser arrasados por los propios fenicios cuando descubrieron que andaban en tratos con los griegos. ¿Acaso pretendían librarse del abusivo monopolio fenicio? Esta explicación se puso de moda hace un siglo, cuando el filósofo Oswald Spengler formuló su teoría de la catástrofe como causa de la decadencia de los imperios. El caso de Troya, arrasada por los griegos; o de la talasocracia cretense, supuestamente destruida por un maremoto, parecía suficiente prueba. ¿Por qué no pensar que el repentino ocaso de Tartesos se debió a su destrucción por los fenicios o por los cartagineses? Hoy se acepta una explicación menos dramática: Tartesos se esfumó porque se quedó sin mercados. Tal vez fuera así de sencillo. El hundimiento anegó a la tan sospechada como evidente lengua.
cronología prehistórica
invasiones de Indoeuropeos
expansión de los Griegos, se asentaron en levante fundando varias ciudades, eran unos grandes comerciantes
los Iberos poblaban la mayoría de la península , pero la llegada e invasión de los fenicios y los griegos , les haría perder terreno, los Iberos tomaron buenas relaciones con los fenicios y esto les enriqueció su economía y su cultura, los Griegos y
los fenicios se asentarían en el sur dedicándose al comercio y fundaron la ciudad de Gadir, ( en la actualidad Cádiz).
civilización tartessica
los tratessos , se les considera como un pueblo indoeuropeo,
posiblemente la primera civilización de occidente, entablan comercio con los fenicios , siendo extraordinarios sus trabajos en metal,
esta civilización desaparecerá al rededor de a finales de siglo 6 antes de C.
los Celtas y los Iberos entablan buenas relaciones , y con los años a causa de la fusión, aparecerán los celtiberos
los Celtiberos se expanden y son los que ponen nombre a la península llamándola Hispania.
también aparecen tribus del norte, llamadas Vascones.
los Cartagineses irrumpen por el sur, son descendientes de los Fenicios y su presencia hace mejorar la agricultura y procesos industriales.
los Romanos conquistan Hispania
En la Batalla, ( José Antonio Ruiz).
Esta página web ha sido creada con Jimdo. ¡Regístrate ahora gratis en https://es.jimdo.com!