El Milagro de Empel

EL MILAGRO DE EMPEL

La Batalla de Empel se produjo en el primer cuarto de la guerra, y enfrentó a un tercio del ejército español (El Tercio Viejo de Zamora) contra una importante flota de barcos rebeldes en condiciones muy desfavorables para los españoles.

El Tercio, compuesto por casi cinco mil soldados, fue bloqueado por los barcos rivales en la Isla de Bommel, haciendo que su situación fuera desesperada: sin escapatoria, con comida limitada y poca ropa seca que ponerse (la batalla fue en diciembre, podemos imaginar el clima).

Dada la situación de superioridad, el almirante flamenco propuso a los españoles una rendición honrosa, pero estos fueron contundentes en su respuesta. “Ya hablaremos de capitulación después de muertos“. El almirante decidió arrasar, abriendo los diques de los ríos adjuntos para inundar el campamento español. Así, el Tercio Español sólo pudo refugiarse en un montecillo en Empel, rodeado de agua y barcos enemigos

Es en ese momento cuando empieza el supuesto milagro. Un soldado que cavaba una trinchera dio con algo duro enterrado entre la tierra. Al sacarlo, descubrió que era una tabla flamenca con una imagen de la Virgen María. Tras el hallazgo, construyeron un altar improvisado con ella con el fin de animar a los soldados en tal difícil situación y pedir ayuda celestial para salir de allí.

Y se obró el milagro. Esa noche, el frío heló las aguas del río, permitiendo que los españoles pudieran atravesarlo y atacar por sorpresa al enemigo, consiguiendo una victoria que parecía imposible tan solo unas horas antes. Incluso el almirante enemigo creyó que aquella derrota sólo podía haber sido posible por intervención divina, pues dijo algo tal que así: “Pareciera que Dios es español al obrar en Empel tan grande milagro“.

Bastante tiempo después (1892) y en honor a esta milagrosa victoria, la Reina Regente María Cristina declaró a la Inmaculada Concepción patrona de la Infantería, del Ejército de Tierra de España. Y así sigue siendo hasta nuestros días.