JUAN DE URDANETA
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Biografía de Andrés de Urdaneta

Fray Andrés de Urdaneta y Ceráin ha sido uno de los más grandes marinos, científicos y cosmógrafos de la historia mundial. Urdaneta nació en la pequeña villa de Villafranca en 1508.

Debido a su amistad con Juan Sebastián Elcano, se sumaría a la expedición de Loaysa en busca de las Islas de las Especias. En está aventura casi desconocida para el gran público se mostró como un líder nato.

No perdería el tiempo y seguiría desarrollando sus conocimientos y dando servicios a la corona, siendo el más singular el que le ordenó Felipe II. Tenía que ir a las Filipinas, asentarse en ellas ser capaz de volver.

Para la mayoría su fama viene del éxito del tornaviaje, pero fue muchas más cosas… Viajar a Japón, descubrir Australia o las islas Hawai mucho antes de que los ingleses las pusieran en un mapa. Su luz se apagaría en 1568 en ciudad de México, pero su legado hispano perdura hasta nuestros días.

El bautismo de mar de Andrés de Urdaneta

Andrés de Urdaneta recibe su bautismo de mar, es decir embarca por primera vez en la armada que manda el comendador García Jofre de Loaysa con destino a las Molucas.

Se ven las naces de la Expedición de Jofre de Loaysa saliendo del Puerto de la Coruña con Andrés de Urdaneta.
Expedición de Jofre de Loaysa saliendo del Puerto de la Coruña con Andrés de Urdaneta. Fuente Wikpedia

Esta armada, compuesta por siete naves, zarpa de La Coruña el 24 de julio de 1524 y su objetivo es llana y simplemente la conquista de aquellas islas de las Especias,a pesar del Tratado de Tordesillas. Prueba de ello es la gran cantidad de militares que embarcan en la expedición y la atribución de cargos que Carlos I había hecho para cuando las islas estuvieran dominadas.

El interés por las Molucas provenía de la anterior expedición encabezada inicialmente por Magallanes, al conocerse tras el regreso de Elcano las potencialidades económicas del archipiélago, lo cual había multiplicado el interés por dominarlas.

Mapa portugués de las islas Molucas del siglo XVI, las cuales eran el destino de Andrés de Urdaneta en su primera expedición.
Las Islas Molucas fueron el primer objetivo de Andrés de Urdaneta

Hay que constatar que esta expedición está financiada por acciones. En el Archivo de Indias se conserva el documento en el que así se constata; incluso Elcano y Loaysa ponen su parte. En realidad, no era más que un viaje de negocios.

A Urdaneta se le han atribuido en este viaje cargos de baja responsabilidad; pero a la vista de sus actividades durante el viaje cabe deducir que ostenta un rango de nivel superior. El Marqués de Seoane en su libro “Navegantes Guipuzcoanos” le atribuye el cargo de contador, este cargo parece más adecuado a las responsabilidades que asumirá posteriormente y que iremos viendo.

La expedición de Jofre de Loysa

La expedición, nada más comenzar, el viaje empieza a tener contratiempos de diversa índole. El primero se da cuando avistan un barco portugués estando en aguas de ese país según lo convenido en Tordesillas, y queda al descubierto una ruta que debía ser secreta, porque, aunque en teoría y oficialmente se dirigen al Pacífico por el estrecho de Magallanes, siguen una derrota muy cercana a la costa de África, como si fueran a rodearla para ir al Índico.

Diego Solier, que posteriormente desertaría en Maluco, lo da a entender así en su diario. Este incidente genera una importante fricción entre los capitanes Guevara y Acuña, ya que este último pretendía solventar el problema hundiendo el barco portugués.

LAS ISLAS DE LAS ESPECIAS EN GUERRA

La expedición de Jofre de Loaísa


Pero, tanto si van a Magallanes como a doblar el cabo de Buena Esperanza, la derrota está mal llevada, porque se introducen en la zona de las calmas tropicales perdiendo un tiempo precioso de cara al paso del estrecho de Magallanes que, debido a los tiempos que allí imperan, se debe atravesar en los meses de enero o febrero, en pleno verano austral.

En el Ecuador encuentran una isla llamada San Mateo, isla que hoy en día ha desaparecido, donde cargan vituallas y pescan una barracuda que Loaysa aprovecha para intentar disminuir las fricciones invitando a los cargos superiores a comerla asada, con fatales consecuencias como enseguida veremos.

Elcano se confunde de estrecho

El paso de Magallanes se convierte en una auténtica odisea. Ya antes de llegar, Elcano confunde Río Gallegos con la embocadura del estrecho; la flota entra allí y los barcos quedan varados, aunque afortunadamente pudieron zafarse. Urdaneta reprocha este incidente a Elcano:


La verdad fue muy ceguera de los que primero abian estado en el estrecho, en demas de Juan Sebastián del Cano, que se entendia cualquiera cosa de la navegación, que en la sonda se podia conocer muy bien.

Andrés de Urdaneta

A los pocos días, Elcano fondea su barco el Sancti Spiritus y un temporal arroja la nave a la costa. Aquí Urdaneta ya dirige el rescate de lo salvable de este pecio.

JUAN SEBASTIÁN ELCANO

El 9 de febrero, La Anunciada, al mando de Pedro de Vera, regresa al Atlántico para no ser vista nunca más; y unos días más tarde, Rodrigo de Acuña, al mando de la San Gabriel, desobedece a Loaysa y regresa a La Coruña.

Tras casi seis meses, los restos de la flota, es decir la Capitana, el patache Santiago, la San Lesmes y la Santa María del Parral salen al Pacífico, pero con tanto retraso que ya los tiempos son adversos y sufren un durísimo temporal.

Esta flota se dispersa y las naves sufren suertes diferentes: la Santa María del Parral se hunde en Senguin, en el archipiélago de las Celebes (Saavedra encontrará allí, más tarde, a dos supervivientes).

La San Lesmes desapareció; y el Santiago remontó la costa de Sudamérica hasta la Nueva España de Cortés, donde daría noticia de lo acontecido.
Sólo la Capitana prosigue el viaje hacía su destino.

La barracuda envenena a Elcano

Los comensales de la barracuda en la isla de San Mateo serán víctimas de la ciguatera o envenenamiento. El primero en morir sería Loaysa, y a los pocos días el propio Elcano, junto a buena parte de los mandos de la expedición.

Aquí aparece de nuevo Urdaneta al firmar como testigo en el testamento
de su paisano y muy posiblemente redactarlo; la letra se asemeja mucho
a otros escritos de Urdaneta.

Parte del testamento de Juan Sebastián Elcano con la firma del joven Andrés de Urdaneta.
Testamento de Elcano con la firma de Andrés de Urdaneta. Fuente: http://www.andresurdaneta.org/

Además el contador oficial de la Capitana, Iñigo Cortés de Perea, que actúa oficialmente como escribano en el momento de redactar el documento, debía de hallarse muy grave, ya que murió unos días antes que Elcano.

El 6 de octubre de 1525 llegan a Mindanao para proseguir de ahí a Molucas, concretamente a Tidore. Se inicia así una larga sucesión de luchas por el dominio de estas preciadas islas. De todas aquellas aventuras hay varios relatos: tres de Urdaneta, el de Hernando de la Torre y uno de Diego Solier, ya mencionado hasta 1528.

Desde el primer momento, Urdaneta es el encargado de las negociaciones y tratos entre los castellanos de una parte y los monarcas locales de otra, con una constante de enfrentamientos con los portugueses.

Urdaneta es herido en combate

En 1527, durante uno de estos enfrentamientos navales, Urdaneta sufre graves quemaduras que le dejarán secuelas para toda la vida. Para escapar del fuego hubo de arrojarse al mar con lo que se demuestra que sabe nadar, el mismo nos lo dice:


Mucho me ayudó este día el buen nadar, yo iba muy quemado de manera que estuve bien, veinte días sin salir de una casa de los indios de Gilolo.

Andrés de Urdaneta
Se ve a un Joven Andrés de Urdaneta a la vuelta de la expedición de Jofre de Loaysa.
Imagen de Andrés de Urdaneta en su juventud


Lagunas en los relatos, secretos por desvelar

Durante los primeros años, los relatos de Urdaneta son muy meticulosos; sin embargo a partir de 1528 comienzan a aparecer lagunas, cada vez más extensas. Entre 1530 y 1532 hay un intervalo de dos años de los que no dice nada, y posteriormente el año 1534 también queda en blanco. Aquí hay que hacerse algunas preguntas:¿qué hace durante este tiempo? ¿Por qué no nos cuenta nada? Más adelante volveré sobre estas cuestiones.

Precisamente es en 1532 cuando los 27 o 28 castellanos que quedaban allí, reciben la noticia de la venta de las islas por Carlos I a Portugal en el tratado de Zaragoza del 22 de abril de 1528. Desde ese momento negocian con los portugueses su regreso a la España peninsular.

Primero salió el capitán Hernando de la Torre en 1534 por la vía de los portugueses, delegando en Urdaneta los asuntos pendientes. Este partirá por la misma ruta el 15 de febrero de 1535.

Tras un viaje de vuelta por el Índico con varios transbordos, Urdaneta llega a Lisboa el 26 de junio de 1536 con una hija que había concebido en Molucas. Toda la documentación que trae le es requisada por las autoridades portuguesas y cuando Urdaneta intenta protestar ante Juan III rey de Portugal, el embajador de Castilla le recomienda que escape, cosa que hace inmediatamente.

¿Qué hacer ahora?

Una vez en la Península tiene que explicar tanto oralmente como por escrito los sucesos de la expedición de Loaísa ante Alonso de Santa Cruz, que por aquella época era el Piloto Mayor y máximo responsable del Consejo de Indias.

Es a este personaje a quien entrega los dos primeros relatos, haciendo gala de una memoria prodigiosa; ambas narraciones son muy parecidas, aunque contienen pequeños matices que los diferencian.

En el primero lo redacta nada más llegar, y el segundo un par de meses más
tarde. Posteriormente escribe un relato más largo, novelado, pero en el que continua omitiendo sus actividades en 1530-1532 y en 1534. Este detalle es muy interesante porque en esos años puede estar la clave de cómo adquirió los conocimientos que le permitirían culminar el Tornaviaje desde Filipinas 30 años más tarde.

La navegación de entonces, en todo el sudeste asiático, estaba condicionada por los monzones, vientos estacionales que soplan medio año en una dirección y la otra mitad en la contraria. Para las naos europeas, propulsadas casi exclusivamente a vela, esta estacionalidad resultaba crítica.

¿Estuvo Urdaneta en Japón?

Por otra parte, mucho antes de la llegada de portugueses y castellanos allí, existía en aquellas aguas un importante tráfico de cabotaje entre el continente (China, Champa, India) y las diversas islas (Molucas, Célebes, Japón, Filipinas, etc. ) así como entre estas.

Los primeros relatos de castellanos y portugueses nos hablan de embarcaciones locales de porte considerable, no simples canoas. Así pues, es muy verosímil que los años que Urdaneta deja en blanco en sus relatos, los empleara en viajar desde Maluco, más allá de lo que expresamente relata.

La navegación entre Filipinas y Japón, aprovechando el monzón del sudoeste en verano, puede tener una duración de entre 10 y 15 días, ya que la distancia entre Luzón y Shikoku es de 1.200 millas.

Hay pruebas de su paso por Japón

Por otra parte, existe un documento anónimo en el Archivo General de Indias que es una descripción de Japón y que empieza llamando a este por su nombre “Xapon” y no Cipango como se le había llamado hasta el momento. En su encabezamiento hay una nota que dice “de los papeles de Alonso de Santa Cruz de Sevilla”, realizada con la misma letra que otra que dice exactamente lo mismo y que está en el primer relato de Urdaneta.

Además la caligrafía del documento y su sintaxis son muy similares a las de documentos firmados por Urdaneta. Por todo lo anterior, se puede deducir que el documento mencionado, sin duda hecho por alguien que había estado en Japón, es de Urdaneta

Pero la relación de Urdaneta con Japón no acaba aquí, porque en otro documento, este ya de 1560 y redactado para el virrey de Nueva España Velasco, y que contiene un informe sobre la logística del futuro Tornaviaje, Urdaneta cita la posibilidad de hacer escala en Japón para reponer provisiones y hacer aguada.

Efectivamente, la circulación general atmosférica del Pacífico y del Atlántico son similares. En ambos, los alisios discurren por latitudes bajas en dirección oeste para volverse en dirección este en latitudes medias formando una gran elipse. También se da la similitud en la formación de tormentas tropicales en la costa oeste de ambos océanos.

Pero el Pacífico tiene la particularidad de esos vientos estacionales llamados monzones. Estos vientos son muy útiles para los navegantes a vela porque son constantes, entablados se dice en el argot marino, y bien utilizados generan en las navegaciones a vela unas velocidades muy interesantes.

Todo lo que aprendió era para hacer el tornaviaje


Es por esto que Urdaneta, en todos sus informes sobre el viaje de retorno desde Asia a América, insiste en la necesidad de zarpar en los meses de abril, mayo o primeros de junio.Ya que es el final del monzón de verano que sopla del sudoeste, aprovechándolo para ganar en latitud rápidamente antes de que empiecen las tormentas tropicales.

En el documento sobre Japón, antes citado, describe perfectamente
una tormenta tropical y esto nos esclarece la época de su estancia allí, finales de verano.

Pero además de los vientos, en aquella época resultaba muy necesario aprovechar las corrientes; en algunos casos también se aprovechan hoy en día, sobre todo si son constantes como la del Kuro-shivo, para reducir consumo y mejorar la velocidad.

Para unos barcos que hacen una velocidad de promedio de 4,5 nudos (esta fue la velocidad en el Tornaviaje de 1565) tener una corriente de medio nudo a favor o en contra puede suponer la diferencia entre el éxito y el fracaso del viaje.

Andrés de Urdaneta el verdadero descubridor de las corriente de Humboldt

En el informe técnico que redacta para Velasco en 1560, Urdaneta ya describe las corrientes del Pacífico, no sólo la del Kuro-shivo sino también la de Humbold que discurre desde el Polo Sur hacia el Ecuador pegada a la costa de Sudamérica y que es la causante de la riqueza pesquera de las costas de Ecuador, Perú y Chile.

La descripción detallada que hace de esta corriente se adelanta más de 250 años a la del propio Humboldt que le dio nombre, injustamente como vemos.

Por sus escritos, está bastante claro que a la vuelta de Molucas, Urdaneta sabe cómo volver de Asia a Nueva España, y superar los problemas que habían causado el fracaso estrepitoso de los intentos realizados en tal sentido por Espinosa (expedición de Magallanes) como Saavedra (expedición de Loysa).

El poco tiempo que permanece en Castilla entre 1536 y 1538 está plagado de contactos porque es el factotum de lo que puede ser un próspero negocio. Por ello, a su regreso a Nueva España con Alvarado,
de haberse desarrollado los hechos tal y como estaban previstos, él hubiera dirigido la expedición de doce barcos, toda una invasión, que éste había previsto y financiado con las grandes riquezas que había acumulado en México y Perú.

Pero Pedro de Alvarado sufrió un desgraciado accidente y murió en Guadalajara, México, en 1541, con lo que Urdaneta se quedó sin su mentor. El virrey Mendoza encomendó la misión, aunque reducida a la mitad, a Ruy López de Villalobos, que era cuñado suyo, que partió del puerto de Navidad hacia las Islas del Poniente en 1542, sin contar con Urdaneta. La expedición se saldó un absoluto fracaso. Mientras tanto, en Nueva España, Urdaneta no se queda quieto y empezó a ejercer cargos en el Virreinato.

¿Un paso al Noroeste?

Voy ahora a hacer un pequeña referencia al Paso del Noroeste, muy mencionado estos días a cuenta de las consecuencias que el calentamiento global generado por los seres humanos está originando en el Ártico. Se trata de esa parte superior de Alaska que, libre de hielos, permitiría reducir la distancia a navegar entre Europa y Asia en más de un tercio.

Salta a la vista la importancia logística y económica de este Paso.
En 1560, Urdaneta, a través de Pedro Menéndez de Avilés, recomienda a Felipe II la búsqueda de este Paso. Incluso se refiere a él dando la latitud correcta: 72º norte.

El rey Felipe II vistiendo su armadura .
Rey Felipe II conocía la Valía de Andrés de Urdaneta.

En 1610, el inglés Richard Hakluyt, autor de una enciclopedia en la que se glosan los grandes descubrimientos, cita con grandes alabanzas a Andrés de Urdaneta como uno de los que habrían pasado por el Paso del Noroeste, según referencias de un noble llamado Salvatierra que había conocido a nuestro protagonista.

Más importante, en mi opinión, que el hecho de si pasó o no por el Paso del Noroeste, es el hecho de que lo evalúa en su justa medida y conoce de su existencia.

Preparando el tornaviaje

A Urdaneta se le ordena, en 1558, la preparación del Tornaviaje, es decir, hallar una ruta de retorno que permita conectar establemente por mar el virreinato de Nueva España y las islas del Sudeste Asiático, paso imprescindible para el establecimiento de bases permanentes y de comercio en Asia Oriental.

Lo primero que hace éste es sugerir a Felipe II una excusa para ir allí por «razonas humanitarias», porque sabe de la dudosa legalidad del viaje de acuerdo a los términos del Tratado de Tordesillas.

A continuación, aborda los problemas de logística. Como conocía bien la costa de Jalisco, propone el puerto de Acapulco como terminal americana de la «nao de China» siguiendo unos criterios idénticos a los que se utilizarían hoy en día a la hora de proyectar un nuevo puerto.

Continuaría redactando un informe para Velasco, pero cuyo destinatario final era Felipe II, en el que explica las razones por las que el viaje debe hacerse desde México, y no directamente desde la península, por la dificultad que supone el tener que atravesar el estrecho de Magallanes y las grandes distancias.

La flota se debe construir en Nueva España

Por primera vez dice que los barcos se deben construir en México transbordando las vituallas traídas de Castilla a través del Istmo, desde Veracruz. En un párrafo que define toda la política posterior, dice:


«El inconveniente mas principal que se nos puede poner delante, hes no aver acertado hasta agora la navegación de la vuelta de la Especieria para la nueva España y que sin esta no se puede conseguir lo que hemos tratado. Ello es así, pero todas las veces que esta navegación se ha intentado a sido con navíos pequeños y muy ruines, lo cual ha sido muy gran inconveniente para no averse hecho la navegación de la vuelta que en una mar tan ancha como hay de la Especieria a la Nueva España a donde no hay que pasar el estrecho ni que doblar puntas de tierra ni baxios ni corrientes que estorben, no hay razón para pensar que una mar tan ancha sea en navegar desde la Especieria y que tenga ida y no vuelta».

También prepara, en un documento que se envía directamente a Felipe II, en función de la fecha de salida desde la costa occidental de México, tres derroteros. Hay que resaltar que los tres acaban en Filipinas y en la misma estación del año, en primavera, porque a comienzos de verano hay que zarpar para el Tornaviaje.

El informe para realizar el tornaviaje

A la vista de estos hechos se me hace más que evidente que la teoría de que él no quería ir a Filipinas carece de bases que la sustenten. Pero el viaje más largo hacia lo desconocido hasta entonces realizado precisa en su
elaboración de muchos más detalles, y Andrés de Urdaneta los expone en un dossier en el que da desde la lista de provisiones hasta las características de las tripulaciones:


Hase de procurar ante todas cosas, pilotos y gente de mar que sean habiles en su arte. Y si posible fuese que dexen prendas en Castilla o en las Indias. Esto se entiende no siendo portugueses ni gallegos porque para el viaje no conviene llevalos.

En este dossier también describe la navegación mencionando la similitud del sistema de vientos del Pacífico con el Atlántico, como antes he mencionado. A la luz de este punto, ya explica la necesidad de ascender en latitud hasta los 40-45 grados y de hacer escala en Japón.

Respecto a la alimentación, detalla una buena despensa de frijoles, habas y guarancos (fruta tropical parecida a la piña), frutos ricos en vitamina C. Es por ello que en el Tornaviaje no se produjo la mortandad por escorbuto esperable en una tripulación que, en un periodo de once meses, había permanecido embarcada más de la mitad del tiempo.

La expedición Legazpi Zarpa

Para este viaje, nada se deja a la improvisación, al albur; todo está calculado. La posibilidad de fracasar ni se contempla; todos saben que Andrés de Urdaneta conoce el camino de retorno, que es el crucial.

A pesar de la recomendación del puerto de Acapulco como terminal, los barcos se construyen en la Barra de la Navidad porque se hubiera perdido mucho tiempo en trasladar allí toda la infraestructura, que ya existía en el puerto de Navidad. Pero en cuanto las naves parten para Filipinas, se comienza a preparar el puerto de Acapulco.

La construcción de los barcos se demoró 5 años; esto, visto desde una perspectiva actual, puede parecer un período largo de tiempo, pero si nos ponemos en aquellos años debemos pensar, que aparte de los problemas burocráticos, estaban los de índole logística. Ya hemos dicho que la Barra de Navidad no era la base más adecuada; pero también hay que pensar que todo el material manufacturado, como herrajes, armas, cordelería, etc. tenía que venir de Castilla, ser desembarcado en Veracruz y atravesar el istmo.

También había escasez de mano de obra especializada; Andrés de Urdaneta lo hace ver así, recomendando que los especialistas tengan sueldos adecuados,
para que sientan atraídos. Pero en el otoño de 1564 los barcos se encuentran ya listos y el 21 de noviembre la expedición zarpa con destino a Filipinas. Era una ruta bien conocida la de ida, por una latitud baja, sin grandes peligros ni sobresaltos por malos tiempos. A este respecto,
es interesante constatar cómo los ciclones tropicales nunca se han desarrollado en un pasillo que atraviesa el Pacífico por latitudes bajas.

Urdaneta llega a las Filipinas

Llegaron a Filipinas el 22 de enero de 1565, iniciándose un periplo de isla en isla, a la búsqueda del asentamiento definitivo. Habían navegado 7.623 millas en 1.750 horas, lo que supone un promedio de 4,35 nudos, una velocidad nada desdeñable para la época.

Las anotaciones de los pilotos en sus diarios constatan más leguas de las realmente navegadas. Por eso, al llegar a las Marshall, islas que bautizan como de Los Barbudos, los pilotos pensaban que ya habían llegado; pero solamente Andrés de Urdaneta conocía la situación real y, por lo tanto, es él quien sitúa la llegada correcta a Filipinas.

López de Legazpi, jefe de la expedición, busca un lugar adecuado para el asentamiento en Filipinas, en donde ha de permanecer; pero la prioridad de Urdaneta es hallar el lugar correcto para reparar el barco en el que había de retornar, que previamente tenía que ser carenado.

Durante este periplo inicial, encuentran una dificultad añadida que es el recelo, cuando no la hostilidad de los nativos. Esto se debe a que son confundidos con portugueses, que ya están firmemente asentados en Molucas y que de vez en cuando hacen alguna incursión agresiva por Filipinas.

Tras recorrer LimasawaCamiguin y Mindanao, el 15 de marzo los expedicionarios fondean en una ensenada del sudeste de la isla de Bohol, donde, mientras unos tripulantes bajo la dirección de Andrés de Urdaneta comienzan las reparaciones de la San Pedro para la vuelta, otros prosiguen con las exploraciones en el patache al mando de Rodrigo de Espinosa y en la fragata comandada por Esteban Rodríguez.

Urdaneta es el negociador con los nativos

Esta embarcación, que había ido a Cebú, vuelve el 21 de abril con informes interesantes sobre esta isla; por ello, tras un consejo deciden ir allí para fundar el que habría de ser el asentamiento definitivo y punto de arranque de la colonización de Filipinas.

A Cebú llegan el 27 de abril, y el primero en saltar a tierra es el propio Andrés de Urdaneta, para negociar con los nativos, dado su conocimiento de la lengua local.

El regreso a Nueva España

Sobre el regreso de Filipinas a Nueva España existen dos derroteros confeccionados por los dos pilotos de la San PedroEsteban Rodríguez, piloto mayor, que lo hace hasta el viernes 14 de septiembre en que cae enfermo (muere el 27 de septiembre); y Rodrigo de Espinosa, que es el segundo piloto.

Existen, además, declaraciones de ambos pilotos y de Francisco de Astigarribia, contramaestre, sobre distancias recorridas y la distancia total del viaje hechas a requerimiento de Felipe de Salcedo, que veremos más adelante. Andrés de Urdaneta también hace su propio diario, pero
éste está actualmente en la Biblioteca Nacional de París en muy malas condiciones y es inutilizable.

El mando de la expedición está en manos de Felipe de Salcedo, comandante, nieto de Miguel de Legazpi, y que tiene en ese momento 18 años. La responsabilidad de la navegación es de Andrés de Urdaneta, que va acompañado de otro agustino, Andrés de Aguirre, los dos pilotos y el contramaestre ya citados. El maestre de campo es Martín de Ibarra y el escribano de gobernación es Asensio de Aguirre.

Una de las navegaciones más trascendentales de la Era Moderna tiene, por lo tanto, una dirección llamativamente atípica; sólo la confianza que inspira Urdaneta puede explicar una decisión que, en cualquier otra circunstancia, hubiera resultado incongruente.

La expedición zarpa del puerto de Cebú el 1 de junio de 1565, bien provista de víveres, para ocho o nueve meses según Esteban Rodríguez. A la salida del canal entre Cebú y Mactan arrumban al Nordeste hasta la costa de Abuyo, la actual isla de Leyte, cuya costa remontan hacia el norte.

Pasan entre Masbate y Samar, zona peligrosa por la gran cantidad de islotes y arrecifes que hay en ella, en su camino hacia el estrecho de San Bernardino.

El tornaviaje sigue casi sin novedad

Fondean en la isla de Almagro para hacer aguada y víveres, resultando en un incidente con los nativos que se salda sin más consecuencias. Deciden proceder más al norte para doblar la punta norte de Samar.

En este punto, Rodrigo de Espinosa describe muy pormenorizadamente el paso entre las islas de Capol y Dalupiri. Da una latitud de 12º 45’ Norte; la latitud real en este punto es de 12º 25’ Norte, con un error de 20 minutos, que nos sirve de referencia para comprobar la fiabilidad de las observaciones astronómicas en el viaje.

Llegados a Luzón, observan el volcán Balusan en actividad, y de nuevo envían una partida a tierra en busca de provisiones. Aquí se produce un nuevo incidente con los nativos en el que muere un soldado. Hacen acopio de víveres, sobre todo cocos, e inician la gran travesía del Pacífico.

La salida a mar abierto se produce entre las islas de Luzón y Balicuatro, que bautizan como Ascensión, el día 9 de junio a mediodía, arrumbando al Este‑nordeste. El día 21 de junio a las 6 de la mañana avistan por el costado de estribor un farallón; se trata de Okino‑Tori, también llamado Parece Vela, situado en 20º Norte 136º Este. La distancia entre San Bernardino y Okino‑Tori es de 816 millas, que en esta latitud son 228 leguas; los pilotos dan 245 y 240 leguas respectivamente.

Nuevamente se equivocan por exceso. Estas leguas medidas en el ecuador hubieran resultado prácticamente correctas. 238,6 leguas exactamente; pero les faltaba multiplicarlas por el coseno de la latitud, que es la relación existente entre la medida de un minuto de grado en el ecuador y la latitud dada.

¿Por qué fallaron en su apreciación de distancias?

A esto, en navegación, se le llama latitud aumentada, y es consecuencia de la proyección cilíndrica de Mercator. Entre San Bernardino y Okino‑Tori, la velocidad de promedio resultante es de 2,9 nudos.

A partir de aquí, continúan ganando latitud lentamente con vientos de componente sur, favorables, y algunos días de calmas pero sin contratiempos. A partir de julio, entran en la corriente del Kuro‑Shivo que les ha de acompañar durante todo el viaje.

El 9 de julio, Felipe de Salcedo solicita a ambos pilotos y al contramaestre la distancia a recorrer en el viaje sin razón aparente. Aunque debemos sospechar que, a través de él, Andrés de Urdaneta está tratando de confirmar sus posiciones.

El 4 de agosto, tras varios días de calmas y vientos variables, alcanzan por primera vez los 39º Norte, en una longitud próxima a los 170º Oeste. Desde aquí descienden en latitud durante 12 días navegando al sudeste para, el 16 de agosto, en latitud de 31º 30’ Norte, volver a arrumbar al este‑nordeste para ganar latitud. El 4 de septiembre alcanzan los 39º 30’ Norte, latitud máxima del tornaviaje, en una longitud de cercana a los 139º Oeste. La derrota por círculo máximo entre San Bernardino y Acapulco alcanza solamente los 34º Norte, y reúne las mismas condiciones meteorológicas que la seguida por Urdaneta.

¿Por qué, eligió el camino largo?

Las razones de estos cambios de rumbo, con el consiguiente aumento de la distancia a recorrer no las conocemos con certeza, porque el diario de Andrés de Urdaneta, que era quien daba las órdenes, no puede ser consultado, y cabe que ni en él se encontrase explicitada la respuesta. Pero en buena lógica se puede aventurar que Urdaneta está tratando de verificar la longitud.
La latitud máxima que alcanzan en ambos cambios es la misma que la de Toledo, uno de los principales puntos de referencia de las observaciones astronómicas de la época.

Andrés de Urdaneta podría estar tratando de determinar un triángulo de posición
cuyo vértice superior fuera la diferencia en longitud entre Toledo y el punto del Pacífico en el que se hallaba la nave, para deducir la longitud.

Una mejor observación de las Guardas (estrellas de la Osa Mayor que siempre apuntan a la estrella polar) podría ser el objetivo concreto de los cambios. Por otra parte, ambas ocasiones coinciden con los días inmediatamente posteriores a la luna nueva, cuando la distancia temporal entre los tránsitos de sol y luna es menor.

El 4 de septiembre Rodrigo de Espinosa escribe en su diario que le ordenan navegar al sudeste, aunque él opina que se debería gobernar al este‑sudeste.


Yo me hallaba de tierra de 41 grados, 118 leguas por la figura de mi carta.

Rodrigo de Espinosa

La tierra de los 41º es el actual cabo Mendocino. Sin embargo, dice también que ha visto en la carta de Urdaneta que la distancia que tiene éste al mismo punto es de 270 leguas. Haciendo la estima inversa desde el momento en que avistan la isla de Santa Rosa (frente a la actual ciudad de Los Ángeles) el 18 de septiembre, se concluye que la distancia que maneja Urdaneta es la correcta.

Divisan tierra, el viaje ha sido un éxito

Efectivamente el 18 de septiembre de 1565, a las 7 de la mañana, avistan la mencionada isla, que bautizan con el nombre de La Deseada. Desde el punto de vista náutico, se ha culminado la primera travesía planificada y documentada del Océano Pacífico de oeste a este.

Desde este momento y a la vista de la costa descienden a buena velocidad con vientos de popa y corriente favorable. El sábado 22 de septiembre pasan la isla de Cedros, y el miércoles 26 el cabo San Lucas, extremo sur de la Baja California. Durante estos días, la velocidad de promedio está por encima de los 5 nudos.

El 29 de septiembre pasan el cabo Corrientes y al día siguiente ya reconocen la costa de los alrededores del puerto de la Barra de Navidad. El 1 de octubre pasan frente a ese puerto. Espinosa calcula haber navegado de Cebú hasta allí 1.892 leguas.

Salcedo le ordena continuar hasta Acapulco, adonde llegan el día 8 de octubre de 1565. Hasta aquí el relato del tornaviaje, necesariamente escueto porque en él no se producen contratiempos.

La preparación científica su gran mérito

Ahí, precisamente, radica su mérito: nada se había dejado a la improvisación y el resultado es evidente. Para la reconstrucción del viaje se ha utilizado las latitudes que dan los pilotos, por ser prácticamente exactas, como se demuestra siempre que son comprobables, y las distancias estimadas por ellos para cada día, pero multiplicándolas por el coseno
de la latitud media de la singladura.

Con este método, comprobado cuando tenemos distancias exactas (en el trayecto San Bernardino‑Okino Tori, o en el descenso por la costa americana, por ejemplo), el viaje cuadra de forma casi exacta. La distancia entre San Bernardino y Acapulco por círculo máximo u ortodrómica es
de 7.644 millas; ésta sería la distancia más corta entre ambos puntos. La expedición navega unas 8.120 millas, debido a los cambios de rumbo del mes de agosto.

Para calcular la velocidad de promedio del tornaviaje, contabilizamos desde la salida al Pacífico en el estrecho de San Bernardino hasta Acapulco; el promedio es de 2,95 nudos, una velocidad que podemos considerar muy notable para la época.

Desde el puerto de la Barra de Navidad a Acapulco hay 340 millas; luego la distancia entre Cebú y La Navidad es de 7.464 millas que, traducidas a leguas de a 17,5 por grado en el Ecuador, resultan 2.182,5 leguas. Si multiplicamos éstas por el coseno de la latitud, tendremos una distancia de 1.978 leguas. Como ha quedado dicho, el 9 de julio el capitán Salcedo solicita a los pilotos una estima de la distancia entre Cebú y la Barra de Navidad. Esteban Rodríguez da 2.000 leguas y Espinosa 2.030 leguas. Esto nos da una idea de la exactitud con que se manejan ya en estos tiempos las navegaciones.

El padrón Real y la preparación la clave del éxito

A partir de 1512, siguiendo el modelo portugués, en la Casa de Contratación de Sevilla se comienza la confección del Padrón Real. Se trata de un mapa que se va completando con las últimas novedades que traen los pilotos de las diversas exploraciones, que son interrogados al efecto. El Padrón Real era un documento oficial y secreto, constantemente actualizado, del que sólo se hacían copias para los navegantes españoles.

Sólo determinadas personas de plena confianza, entre las que se encuentra Urdaneta en su momento, disponen de la información plenamente actualizada. Lo hemos visto en la anotación de Espinosa del 4 de septiembre: unos y otros manejan cartas distintas; sólo la de Urdaneta es la buena, como más tarde me demuestra.

Ha quedado reseñada la ausencia de incidentes náuticos importantes durante el viaje; veamos ahora las condiciones sanitarias. En los viajes de la época resulta normal entre un 33 y un 40 por ciento de casos de escorbuto, una avitaminosis que en viajes de estas características hacía su aparición
a partir de los 45 días de navegación ininterrumpida, originando la consiguiente mortandad.

Sin embargo, en este viaje, de una tripulación de 200 hombres mueren solamente 16, menos del 10 por ciento. Quizá por influjos de la navegación china, los navegantes europeos del Pacífico comenzaban a intuir que una dieta más rica en frutas frenaba el escorbuto, y la despensa del tornaviaje ofrece indicios de ello.

Esteban Rodríguez anota que la San Pedro zarpa con provisiones para ocho o nueve meses. Es evidente que en ningún momento se ven acuciados por el hambre o la sed porque, a pesar de navegar entre el 18 de septiembre y el 8 de octubre a la vista de la costa, en ningún momento desembarcan para hacer aguada o provisiones.

La expedición sigue hasta acapulco

El 1º de octubre, Rodrigo de Espinosa parece lamentarse en su diario de que, a pesar de encontrarse ante el Puerto de Navidad y con gran número de enfermos a bordo, Salcedo le ordena continuar hasta Acapulco. Urdaneta ya había expresado su preferencia por este puerto debido a su mejor ubicación para enlazar con México y la ruta transatlántica y la cuarentena informativa impuesta a la tripulación del tornaviaje por las instrucciones de la Audiencia era más fácil en Acapulco.

Era no sólo normal sino inevitable que la tripulación volviera agotada.
En Filipinas habían tenido poco tiempo y escasas oportunidades para reponerse del desgaste físico de la ida, y acababan de completar otro viaje de cuatro meses. Éste viaje era el más largo de los realizados sin escalas hasta entonces por navíos europeos.

La decisión de continuar navegando durante 7 días más indica sin embargo que no existía una situación de extrema necesidad. El 8 de octubre de 1565, en la bahía de Acapulco, quedaba abierta la ruta que daría origen a la primera línea comercial entre los dos continentes.

EL GALEON DE MANILA

Aparte de la consolidación de la presencia hispana en Filipinas, la creación de una ruta regular entre Nueva España y aquellas islas que duró 250 años, trajo cambios socioeconómicos de una importancia capital para toda el área del Pacífico. Las dos terminales de esta ruta, Manila y Acapulco, prosperaron en función de los negocios que generó el Galeón.

De hecho, el comercio generado por el Galeón de Manila era tan lucrativo que los comerciantes de Sevilla solicitaron a Felipe II en 1593 que los galeones quedaran limitados a 2 al año desde ambas terminales.
Por estas limitaciones, se comenzaron a construir barcos cada vez más grandes, que llegaron a ser los mayores construidos hasta ese momento; entre 1.700 y 2.000 toneladas llegaron a tener aquellos galeones.

Por ejemplo el Concepción tenía 49 metros de eslora y 2.000 toneladas de arqueo; se hundió en 1638. La gran mayoría de los barcos se construyó en Filipinas, y sólo unos pocos en México.

El Galeón transportó especias, transbordadas de las Molucas, así como porcelanas, marfil y sedas de China para ser vendidas en los mercados europeos. Desde Acapulco las mercancías eran transportadas por tierra a Veracruz, y allí eran embarcadas para la España peninsular.

En el viaje de vuelta, aparte del pasaje, la carga más importante era la plata de Zacatecas e incluso de Potosí. Pero las consecuencias no sólo fueron económicas, porque los colonos españoles en Filipinas eran en gran parte de origen mexicano, lo que propició que la cultura mexicana criolla y mestiza se extendiera a aquel país.

Un puente cultural entre Asía y España

También se produjo una importante migración de Filipinas hacía México, creándose incluso en Acapulco un barrio filipino. En definitiva el Galeón propició un acercamiento de las culturas de la Nueva España y Filipinas,
que todavía hoy es patente. Podríamos decir que acercó las dos orillas del
océano Pacífico, el más inmenso del mundo.

Mis conclusiones

Creo que la figura de Andrés de Urdaneta es fundamental para entender el mundo y a la hispanidad. Por desgracia, creo que su nombre engrosa la lista de hispanos olvidados. Por eso creo que es justo homenajear a su figura y agradecer el esfuerzo que su Ordizia natal ha hecho darnos a conocer su figura.